Más de cien ejemplares vendidos en nuestra librería y una primera edición de tres mil prácticamente agotada. Se trata de IRA DEI, la primera novela de Mariano Gambín, un thriller que se desarrolla en La Laguna actual con referencias al pasado histórico.
Mariano Gambín aceptó nuestra invitación y se reunió con nosotros en la planta alta de la cafetería “Palmelita” la tarde del 25 de enero. En un ambiente de cercanía y magnífica disposición se desarrolló la entrevista que a continuación les presentamos.
¿Cómo se lleva el éxito?
No hay éxito en apariencia. La vida sigue exactamente igual.
¿No te para la gente por la calle?
Amigos y conocidos, pero gente que no conozca, muy poca. Alguien que se me cruza y me dice que le gustó mi novela, y que a ver cuándo sale la próxima. Y ahí termina la cosa. Respondes con una sonrisa, y bueno, es agradable. Y la gente que me conoce y me dice “que me he enterado de lo de tu novela”, aunque en su mayoría no la han leído, sino que lo han visto en la prensa sobre todo. Y entonces les digo, “pues léetela, y luego me comentas” (risas).
Hay clientes que ya han querido reservar la segunda parte en MISTÉRIO. ¿Al oír anécdotas como ésta sientes presión?
No. Me estimula. Me hace sentir bien, que les ha gustado y que esperan más. Si no fuera por eso, me hubiera planteado si seguir o no. Porque, además, estoy terminando mi tesis doctoral en Historia, que me ocupa mucho tiempo, pero la verdad es que ahora mismo estoy deseando acabarla ya para ponerme con la novela.
¿Para ti escribir literatura es un entretenimiento o una necesidad?
Ojalá llegue a ser necesidad. De momento ha sido una prueba, casi un experimento de evasión, de hacer lo que me apetecía y a ver lo que pasaba. Y luego, ante tan buena recepción, pues adelante.
¿Te planteaste alguna vez que lo que estabas escribiendo pudiera gustar tanto?
A la vigésimoquinta persona que me dijo que le gustaba, ya empecé a creerlo. Porque ya no se trataba de mi círculo inmediato de amigos y conocidos. Gente que me decía que era algo distinto y atractivo. Nadie me dijo, por suerte, que fuera literatura profunda, porque no lo es. Decían que les entretenía y que se lo habían leído rápido porque les había enganchado. Y coincidía con lo que yo esperaba: crear un producto de diversión.
O sea, te divertiste escribiendo la novela.
Me lo pasé pipa. ¿Se nota?
Mucho. Yo al menos, como lector, noto pasión y diversión por parte del autor. Se nota que no ha habido sufrimiento…
Es que además los personajes no son oscuros, tienen humor, en general no lo pasan mal; salvo en algún caso, es gente normal. No son los clásicos de la novela negra, que tienen problemas, por ejemplo, de alcohol o son depresivos o marginados. Son realmente personajes “blancos”, no negros; son positivos y van de frente con la vida y los problemas que surgen.
¿Qué tienes en común con el inspector Galán?
La edad y los estudios. Pero Galán no soy yo, aunque hay quien quiere verlo. Todos los personajes tienen algo de mí, si bien son personas inquietas que se enfrentan a los peligros sin ningún problema, y en ese sentido quizá no son como yo.
¿Qué tiene Galán que no tengas tú?
Hay un momento en que el subinspector Morales dice que “los tenía muy bien puestos”, y eso no se corresponde mucho con el autor. Ni se me ocurriría meterme en una casa donde se están pegando tiros…
¿Tienes claustrofobia, por aquello de los túneles?
Yo no, pero me servían para crear agobio en el lector y colocar a los personajes en situaciones complicadas, y que el lector si identificara con sus sensaciones.
¿Alguien te ha soplado algo sobre la existencia de túneles reales en La Laguna? Sé que hay algún libro y he leído algún artículo periodístico al respecto, pero empecé a escribir sin saber absolutamente nada sobre el tema. Sí sabía, por lo que se habla entre historiadores, que debajo de la casa Lercaro y la casa Montañés hay túneles que están cegados. Y luego hay túneles, lo he sabido ahora, que parece que se usaron para desecar la laguna. Y cuando estaba terminando el libro apareció una noticia en la que se hablaba del descubrimiento de un túnel entre la calle 6 de Diciembre y la iglesia de La Concepción. Nos sorprendió, a mí y a mis editoras.
Este tipo de literatura creo que exige del autor que piense mucho en el lector, por aquello de que no se pierda el hilo de la trama.
Donde más piensas en el lector es en los finales de capítulo. Tienen que estar dedicados a él, en el sentido de que tienen que dejar en vilo la trama o dar un toque de humor que anime a seguir, a ver si esa atmósfera continúa. Pero al final es algo que sale solo. Y otra cosa es mantener el hilo de tantos personajes. Tienes que estar muy pendiente y pensar en el lector y mucho.
Se puede decir que es propio de la literatura norteamericana, estilo Dan Brown, por ejemplo…
Soy deudor del estilo americano, sin duda. Es el que más me gusta, ese estilo de novela rápida.
Y hablando de estilo y trama, ¿tienes la sensación de que se te “escapó algún punto”?
Siempre tienes esa sensación. Y por eso vengo diciendo que un lector no debe hacer una segunda lectura muy inmediata, porque siempre se descubren fallos. Y en mí novela los hay, y los conozco, pero no los voy a decir, claro.
Evidentemente. Ira Dei es el comienzo de una trilogía. ¿Habrá continuidad con los personajes?
Sí. Lo que no sé es si seguirán todos juntos. Ariosto va a estar, porque alrededor suyo va a girar todo; en cierto modo es la “trilogía de Ariosto”. Y además, si lo quito hay gente que “me mata”, porque es el personaje que más ha gustado. En todo caso, no pensaba eliminarlo, aunque hay una novela que la quiero hacer sin él, que es Tiempo sur, que transcurre en la costa africana, y ahí estará Marta, la arqueóloga, seguro y posiblemente Galán acompañándola. A ver qué tal sale una novela sin Ariosto.
¿Y sin Galán?
Puede que haya una de La Laguna sin él, y será porque la investigación policial va a ir tan desencaminada que no puedo ponerlo a él al frente de algo tan mal hecho; o sea, que el mal hacer de la policía se deberá a que Galán no está.
Ese héroe de la calle de El Agua…
Hay policías que son héroes. Que se juegan la vida sin pensárselo, como algunos bomberos…
¿Has recibido alguna crítica de un lector policía?
Sé que hay una policía que la está leyendo, pero nadie me ha dicho nada, ni a favor ni en contra.
¿Te has planteado qué parte del éxito se debe a que la novela transcurra en La Laguna?
Mucha gente la ha comprado porque transcurre en La Laguna. Es un gancho involuntario. Luego la ha leído y le ha gustado. Por eso, es una incógnita saber cómo se acogerá la novela fuera de aquí. No obstante, además, había un hueco, no había novelas así que ocurrieran en La Laguna. Y había ganas de que esto pasara, en la ciudad más antigua de Tenerife. Quizá yo como historiador tenía los conocimientos para meterme en este proyecto.
En el manejo del “papeleo” que se refleja en la novela se nota que eres abogado…
En el caso de los registros que aparecen en la novela, me tiré un poco a la piscina, pero luego se lo comenté a una magistrada y me dijo que era exactamente así como se hacía. El planteamiento jurídico era el correcto.
La recompensa de la audacia.
Pues sí, con el libro ya en la imprenta.
¿Y críticas por parte de historiadores?
De momento, tampoco. Los amigos míos historiadores están muy contentos, casi exultantes. Para todos ha sido en cierto modo una sorpresa, empezando por mí. Me dicen mucho eso de “no conocía yo esta faceta tuya de escritor”.
Por lo que dijiste más arriba, tú piensas que no es una novela negra.
No me lo he planteado, el encasillarla quiero decir. Tiene cosas de muchos tipos de novela. Ahora, es negra en cuanto que policiaca, porque hay crímenes y se busca a un asesino, pero tiene mezclas, capítulos de terror, de misterio, de acción. Y eso sí, demasiadas pinceladas de humor para mi gusto, personajes muy simpáticos, como la tía de Ariosto.
¿Hay crítica social?
No me lo he planteado. Si la hay, subyace en la descripción de la vida cotidiana. Quizá en algún personaje como el lavacoches, que no tiene donde caerse muerto pero la gente lo respeta y al revés, y existe gente así. Sí critico al ayuntamiento, pero eso es crítica institucional más que social.
¿Y lo de las pirámides de Güímar?
A lo mejor me pasé ahí, y no era mi intención hacer demasiada sangre. Pero es que es un montaje muy artificial, y además para afirmarlo tenemos la autoridad del profesor Tejera, que es quien más se ha implicado y sabe lo que dice.
¿Tienes modelos explícitos, más allá de la influencia norteamericana, a la hora de escribir, o están interiorizados?
Es inconsciente. No hay un modelo concreto. La novela ha salido sola, por decirlo así, aunque sé que tengo influencia de los autores que más leo, de Douglas Preston y Lincoln Child sobre todo. El que haya leído la serie de Pendergast verá que el modo de aproximarse al problema o al tema se parece, pero la resolución y la trama, no. Porque el modelo de cómo pueden ocurrir las cosas aquí no se parece. Aunque te puedo decir que mi propio padre, lector de este género, me dijo que el comienzo era de Preston y Child, la trama de Ken Follet y el final de Clive Cussler, por lo explosivo y dinámico.
La novela tiene un dinamismo creciente que se refleja, entre otras cosas, en que los personajes están muy bien trazados sin que haya una demora en su presentación y evolución, sino que se desarrollan a través de sus acciones.
Lo principal es cómo actúan. No me detengo mucho en su descripción, dos o tres párrafos como máximo. Y el narrador omnipresente sirve para que sepamos cómo piensan los personajes. Y ésa es una gran ventaja para explicar su evolución. Y no profundizo mucho para no cansar. Es importante.
Como lector, ¿tienes un autor preferido?
Ken Follet en algunas novelas.
¿Fuera del género negro…?
Ken Follet no es género negro…
Sí, pero es género de aventuras, literatura histórica. De la literatura llamada “seria”, entre todas las comillas que quieras ponerle…
Apenas leo literatura “seria” en ese sentido. Leo libros de Historia, que son muy serios, y cuando quiero leer otra cosa busco algo que no lo sea tanto.
¿Utilizas la literatura como evasión, para relajarte?
En cierta manera sí. Como uno ve una película. Para mí las novelas son películas con más detalles, que tú se los puedes poner, y además la puedes parar, al contrario que las películas, que no te permiten apreciar esos detalles.
¿Qué hay en tu biblioteca?
Bastante ensayo histórico y científico, de historia de la ciencia, adelantos… y muchísima novela de estilo thriller. Y cuanto más me adentro en este mundo veo que hay muchísimos autores que no conozco. Y una cosa que tengo es que cuando me gusta un autor lo agoto, y luego paso a uno nuevo y leo su obra completa. Si no me gusta lo dejo. Pero si tengo ya una novela empezada, normalmente la termino.
¿Qué estás leyendo ahora mismo?
Quince días de noviembre, de Correa. Y me estoy releyendo por tercera vez El código da Vinci, más que nada por si algún detalle me puede servir para mi próxima novela. También estoy leyendo a un americano, Justin Scott, desconocido en España, y lo leo en inglés, aunque a veces me cuesta porque emplea jergas un poco particulares. Hay muchísimos autores americanos que aquí desconocemos. El protagonista de Scott, por cierto, es un agente inmobiliario, que tasando casas se ve envuelto en una trama.
Esto es muy curioso. En principio fue el detective, y luego el policía cercano, pero ahora hay más tipos...
Sí, pero estos son personas normales que se ven envueltas en el problema y que hasta tienen que luchar para que no las acusen, y se encuentran en situaciones límite.
Esto respecto a los personajes, pero respecto a los escritores se podría hacer un elenco teniendo en cuenta sus profesiones aparte de la escritura, o sea, con qué se ganan la vida. Gambín es abogado, pero es que Gianrico Carofiglio es un magistrado italiano con un personaje que es abogado precisamente, y que se ve en situaciones que derivan a la trama policial.
Esto me hace pensar en John Grisham, que tiene novelas muy buenas y otras infumables…
El thriller judicial. ¿Cuáles te gustan?
La tapadera es muy buena.También me gusta El socio, y El intermediario, que es curiosa porque se desarrolla en Bolonia. La tapadera habla de los bufetes de abogados norteamericanos; pero, por cierto, son tramas que no se puden trasplantar aquí, aunque no nos suenen raras porque estamos muy imbuidos de ese mundo por el cine y la televisión. De todos modos, no sería descartable escribir algún día una novela de ese tipo sobre abogados, pero en un clima español.
¿Conoces a Baldacci?
Sí, pero no me gusta que algunas de sus novelas no terminen y continúen en otra.
Recomienda un libro.
Ira Dei. La recomiendo vivamente (risas).
¿Relacionas el té con la novela negra o el thriller?
Hasta que los conocí a ustedes, no. Yo lo relaciono más con el café, pero no me choca, porque, de hecho, Ariosto toma té.
¿Una pregunta que hayas echado de menos?
No. Si acaso lo relacionado con el lanzamiento del libro, de dónde surgió la idea de publicarlo. Ira Dei es la apuesta de un grupo de amigos por sacar adelante algo que les ha gustado. Oristán y Gociano, de hecho, es una editorial de libros de Historia que se ve con este proyecto distinto de los demás, en el que unos han aportado gestión, otros dinero, otro el texto, y así. Sin cobrar un duro nadie excepto los impresores, claro. Hay gente como María Victoria Martínez Lojendio o Madi Ramos o los que se dedicaron a leer el manuscrito a cambio de nada, por amistad. Y luego a ver si recuperamos la inversión…
Para publicar a otros autores…
Sería lo ideal, pero de momento hay que intentar afianzar a Mariano Gambín. Y si lo roba una editorial más grande, pues bien. Y pienso que lo positivo de los personajes de la novela también se debe a una respuesta frente a los tiempos que corren, a la actitud sobre cómo hay que afrontarlos. Algo así es lo que ha hecho también toda la gente que ha participado en el proyecto de Ira Dei.
Un valor del libro es su portada, su diseño, su flexibilidad y su estilo y cuerpo de letra. Para mí.
La portada es el mérito de María Victoria, de saber interpretar lo que yo quería. Y la aldaba fue idea suya. Que no es de La Laguna ni existe en la ciudad. Salió de un fondo de imágenes para profesionales del diseño. Además, es un diseño un poco a contracorriente: portada brillante en lugar de mate, el nombre del autor y de la novela muy destacados. Un modelo norteamericano.
Pues ha habido quien ha dado vueltas por La Laguna buscando la aldaba y muchas casas y calles que salen en la novela; a veces para tomar conciencia más cabal del entorno de la obra.
Es que yo quería darle protagonismo al entorno, cosa que en las novelas que ocurren en Canarias no suele pasar; son novelas que podrían transcurrir en otra parte.
Por cierto, esa fantástica idea de repartir carteles por los lugares y establecimientos que aparecen citados en la novela indicando que ese sitio aparecía en tal capítulo, ¿cómo resultó?¿Cómo reaccionó la gente?
No lo sé bien, porque fue Madi quien lo hizo. Pero me consta que en general fue bien aceptada la idea. En un sitio en concreto parece que no lo han puesto y en otros no nos hemos fijado. Y hay quien ha puesto un cartel de la novela porque le ha gustado, como una conocida pizzería de la calle Pérez Galdós en Santa Cruz, una a la que se llega bajando unas escaleras…
¿Alguna pista sobre la próxima novela?
Bueno, tenemos algún adelanto ya en nuestra página, pero te puedo decir que tiene que ver con la teoría del diseño platónico de La Laguna, y que éste va a servir para seguir la pista de los crímenes que ocurran. Una vez más las iglesias van a ser importantes.
Una última pregunta: ¿te gustaría dedicarte en exclusiva a escribir?
La verdad es que te lo planteas cuando la primera novela tiene tan buena acogida. Pero soy consciente de que un escritor necesita tres o cuatro novelas con éxito a nivel nacional para poder dedicarse a esto. Así que me lo tomo con calma.
Mariano Gambín aceptó nuestra invitación y se reunió con nosotros en la planta alta de la cafetería “Palmelita” la tarde del 25 de enero. En un ambiente de cercanía y magnífica disposición se desarrolló la entrevista que a continuación les presentamos.
¿Cómo se lleva el éxito?
No hay éxito en apariencia. La vida sigue exactamente igual.
¿No te para la gente por la calle?
Amigos y conocidos, pero gente que no conozca, muy poca. Alguien que se me cruza y me dice que le gustó mi novela, y que a ver cuándo sale la próxima. Y ahí termina la cosa. Respondes con una sonrisa, y bueno, es agradable. Y la gente que me conoce y me dice “que me he enterado de lo de tu novela”, aunque en su mayoría no la han leído, sino que lo han visto en la prensa sobre todo. Y entonces les digo, “pues léetela, y luego me comentas” (risas).
Hay clientes que ya han querido reservar la segunda parte en MISTÉRIO. ¿Al oír anécdotas como ésta sientes presión?
No. Me estimula. Me hace sentir bien, que les ha gustado y que esperan más. Si no fuera por eso, me hubiera planteado si seguir o no. Porque, además, estoy terminando mi tesis doctoral en Historia, que me ocupa mucho tiempo, pero la verdad es que ahora mismo estoy deseando acabarla ya para ponerme con la novela.
¿Para ti escribir literatura es un entretenimiento o una necesidad?
Ojalá llegue a ser necesidad. De momento ha sido una prueba, casi un experimento de evasión, de hacer lo que me apetecía y a ver lo que pasaba. Y luego, ante tan buena recepción, pues adelante.
¿Te planteaste alguna vez que lo que estabas escribiendo pudiera gustar tanto?
A la vigésimoquinta persona que me dijo que le gustaba, ya empecé a creerlo. Porque ya no se trataba de mi círculo inmediato de amigos y conocidos. Gente que me decía que era algo distinto y atractivo. Nadie me dijo, por suerte, que fuera literatura profunda, porque no lo es. Decían que les entretenía y que se lo habían leído rápido porque les había enganchado. Y coincidía con lo que yo esperaba: crear un producto de diversión.
O sea, te divertiste escribiendo la novela.
Me lo pasé pipa. ¿Se nota?
Mucho. Yo al menos, como lector, noto pasión y diversión por parte del autor. Se nota que no ha habido sufrimiento…
Es que además los personajes no son oscuros, tienen humor, en general no lo pasan mal; salvo en algún caso, es gente normal. No son los clásicos de la novela negra, que tienen problemas, por ejemplo, de alcohol o son depresivos o marginados. Son realmente personajes “blancos”, no negros; son positivos y van de frente con la vida y los problemas que surgen.
¿Qué tienes en común con el inspector Galán?
La edad y los estudios. Pero Galán no soy yo, aunque hay quien quiere verlo. Todos los personajes tienen algo de mí, si bien son personas inquietas que se enfrentan a los peligros sin ningún problema, y en ese sentido quizá no son como yo.
¿Qué tiene Galán que no tengas tú?
Hay un momento en que el subinspector Morales dice que “los tenía muy bien puestos”, y eso no se corresponde mucho con el autor. Ni se me ocurriría meterme en una casa donde se están pegando tiros…
¿Tienes claustrofobia, por aquello de los túneles?
Yo no, pero me servían para crear agobio en el lector y colocar a los personajes en situaciones complicadas, y que el lector si identificara con sus sensaciones.
¿Alguien te ha soplado algo sobre la existencia de túneles reales en La Laguna? Sé que hay algún libro y he leído algún artículo periodístico al respecto, pero empecé a escribir sin saber absolutamente nada sobre el tema. Sí sabía, por lo que se habla entre historiadores, que debajo de la casa Lercaro y la casa Montañés hay túneles que están cegados. Y luego hay túneles, lo he sabido ahora, que parece que se usaron para desecar la laguna. Y cuando estaba terminando el libro apareció una noticia en la que se hablaba del descubrimiento de un túnel entre la calle 6 de Diciembre y la iglesia de La Concepción. Nos sorprendió, a mí y a mis editoras.
Este tipo de literatura creo que exige del autor que piense mucho en el lector, por aquello de que no se pierda el hilo de la trama.
Donde más piensas en el lector es en los finales de capítulo. Tienen que estar dedicados a él, en el sentido de que tienen que dejar en vilo la trama o dar un toque de humor que anime a seguir, a ver si esa atmósfera continúa. Pero al final es algo que sale solo. Y otra cosa es mantener el hilo de tantos personajes. Tienes que estar muy pendiente y pensar en el lector y mucho.
Se puede decir que es propio de la literatura norteamericana, estilo Dan Brown, por ejemplo…
Soy deudor del estilo americano, sin duda. Es el que más me gusta, ese estilo de novela rápida.
Y hablando de estilo y trama, ¿tienes la sensación de que se te “escapó algún punto”?
Siempre tienes esa sensación. Y por eso vengo diciendo que un lector no debe hacer una segunda lectura muy inmediata, porque siempre se descubren fallos. Y en mí novela los hay, y los conozco, pero no los voy a decir, claro.
Evidentemente. Ira Dei es el comienzo de una trilogía. ¿Habrá continuidad con los personajes?
Sí. Lo que no sé es si seguirán todos juntos. Ariosto va a estar, porque alrededor suyo va a girar todo; en cierto modo es la “trilogía de Ariosto”. Y además, si lo quito hay gente que “me mata”, porque es el personaje que más ha gustado. En todo caso, no pensaba eliminarlo, aunque hay una novela que la quiero hacer sin él, que es Tiempo sur, que transcurre en la costa africana, y ahí estará Marta, la arqueóloga, seguro y posiblemente Galán acompañándola. A ver qué tal sale una novela sin Ariosto.
¿Y sin Galán?
Puede que haya una de La Laguna sin él, y será porque la investigación policial va a ir tan desencaminada que no puedo ponerlo a él al frente de algo tan mal hecho; o sea, que el mal hacer de la policía se deberá a que Galán no está.
Ese héroe de la calle de El Agua…
Hay policías que son héroes. Que se juegan la vida sin pensárselo, como algunos bomberos…
¿Has recibido alguna crítica de un lector policía?
Sé que hay una policía que la está leyendo, pero nadie me ha dicho nada, ni a favor ni en contra.
¿Te has planteado qué parte del éxito se debe a que la novela transcurra en La Laguna?
Mucha gente la ha comprado porque transcurre en La Laguna. Es un gancho involuntario. Luego la ha leído y le ha gustado. Por eso, es una incógnita saber cómo se acogerá la novela fuera de aquí. No obstante, además, había un hueco, no había novelas así que ocurrieran en La Laguna. Y había ganas de que esto pasara, en la ciudad más antigua de Tenerife. Quizá yo como historiador tenía los conocimientos para meterme en este proyecto.
En el manejo del “papeleo” que se refleja en la novela se nota que eres abogado…
En el caso de los registros que aparecen en la novela, me tiré un poco a la piscina, pero luego se lo comenté a una magistrada y me dijo que era exactamente así como se hacía. El planteamiento jurídico era el correcto.
La recompensa de la audacia.
Pues sí, con el libro ya en la imprenta.
¿Y críticas por parte de historiadores?
De momento, tampoco. Los amigos míos historiadores están muy contentos, casi exultantes. Para todos ha sido en cierto modo una sorpresa, empezando por mí. Me dicen mucho eso de “no conocía yo esta faceta tuya de escritor”.
Por lo que dijiste más arriba, tú piensas que no es una novela negra.
No me lo he planteado, el encasillarla quiero decir. Tiene cosas de muchos tipos de novela. Ahora, es negra en cuanto que policiaca, porque hay crímenes y se busca a un asesino, pero tiene mezclas, capítulos de terror, de misterio, de acción. Y eso sí, demasiadas pinceladas de humor para mi gusto, personajes muy simpáticos, como la tía de Ariosto.
¿Hay crítica social?
No me lo he planteado. Si la hay, subyace en la descripción de la vida cotidiana. Quizá en algún personaje como el lavacoches, que no tiene donde caerse muerto pero la gente lo respeta y al revés, y existe gente así. Sí critico al ayuntamiento, pero eso es crítica institucional más que social.
¿Y lo de las pirámides de Güímar?
A lo mejor me pasé ahí, y no era mi intención hacer demasiada sangre. Pero es que es un montaje muy artificial, y además para afirmarlo tenemos la autoridad del profesor Tejera, que es quien más se ha implicado y sabe lo que dice.
¿Tienes modelos explícitos, más allá de la influencia norteamericana, a la hora de escribir, o están interiorizados?
Es inconsciente. No hay un modelo concreto. La novela ha salido sola, por decirlo así, aunque sé que tengo influencia de los autores que más leo, de Douglas Preston y Lincoln Child sobre todo. El que haya leído la serie de Pendergast verá que el modo de aproximarse al problema o al tema se parece, pero la resolución y la trama, no. Porque el modelo de cómo pueden ocurrir las cosas aquí no se parece. Aunque te puedo decir que mi propio padre, lector de este género, me dijo que el comienzo era de Preston y Child, la trama de Ken Follet y el final de Clive Cussler, por lo explosivo y dinámico.
La novela tiene un dinamismo creciente que se refleja, entre otras cosas, en que los personajes están muy bien trazados sin que haya una demora en su presentación y evolución, sino que se desarrollan a través de sus acciones.
Lo principal es cómo actúan. No me detengo mucho en su descripción, dos o tres párrafos como máximo. Y el narrador omnipresente sirve para que sepamos cómo piensan los personajes. Y ésa es una gran ventaja para explicar su evolución. Y no profundizo mucho para no cansar. Es importante.
Como lector, ¿tienes un autor preferido?
Ken Follet en algunas novelas.
¿Fuera del género negro…?
Ken Follet no es género negro…
Sí, pero es género de aventuras, literatura histórica. De la literatura llamada “seria”, entre todas las comillas que quieras ponerle…
Apenas leo literatura “seria” en ese sentido. Leo libros de Historia, que son muy serios, y cuando quiero leer otra cosa busco algo que no lo sea tanto.
¿Utilizas la literatura como evasión, para relajarte?
En cierta manera sí. Como uno ve una película. Para mí las novelas son películas con más detalles, que tú se los puedes poner, y además la puedes parar, al contrario que las películas, que no te permiten apreciar esos detalles.
¿Qué hay en tu biblioteca?
Bastante ensayo histórico y científico, de historia de la ciencia, adelantos… y muchísima novela de estilo thriller. Y cuanto más me adentro en este mundo veo que hay muchísimos autores que no conozco. Y una cosa que tengo es que cuando me gusta un autor lo agoto, y luego paso a uno nuevo y leo su obra completa. Si no me gusta lo dejo. Pero si tengo ya una novela empezada, normalmente la termino.
¿Qué estás leyendo ahora mismo?
Quince días de noviembre, de Correa. Y me estoy releyendo por tercera vez El código da Vinci, más que nada por si algún detalle me puede servir para mi próxima novela. También estoy leyendo a un americano, Justin Scott, desconocido en España, y lo leo en inglés, aunque a veces me cuesta porque emplea jergas un poco particulares. Hay muchísimos autores americanos que aquí desconocemos. El protagonista de Scott, por cierto, es un agente inmobiliario, que tasando casas se ve envuelto en una trama.
Esto es muy curioso. En principio fue el detective, y luego el policía cercano, pero ahora hay más tipos...
Sí, pero estos son personas normales que se ven envueltas en el problema y que hasta tienen que luchar para que no las acusen, y se encuentran en situaciones límite.
Esto respecto a los personajes, pero respecto a los escritores se podría hacer un elenco teniendo en cuenta sus profesiones aparte de la escritura, o sea, con qué se ganan la vida. Gambín es abogado, pero es que Gianrico Carofiglio es un magistrado italiano con un personaje que es abogado precisamente, y que se ve en situaciones que derivan a la trama policial.
Esto me hace pensar en John Grisham, que tiene novelas muy buenas y otras infumables…
El thriller judicial. ¿Cuáles te gustan?
La tapadera es muy buena.También me gusta El socio, y El intermediario, que es curiosa porque se desarrolla en Bolonia. La tapadera habla de los bufetes de abogados norteamericanos; pero, por cierto, son tramas que no se puden trasplantar aquí, aunque no nos suenen raras porque estamos muy imbuidos de ese mundo por el cine y la televisión. De todos modos, no sería descartable escribir algún día una novela de ese tipo sobre abogados, pero en un clima español.
¿Conoces a Baldacci?
Sí, pero no me gusta que algunas de sus novelas no terminen y continúen en otra.
Recomienda un libro.
Ira Dei. La recomiendo vivamente (risas).
¿Relacionas el té con la novela negra o el thriller?
Hasta que los conocí a ustedes, no. Yo lo relaciono más con el café, pero no me choca, porque, de hecho, Ariosto toma té.
¿Una pregunta que hayas echado de menos?
No. Si acaso lo relacionado con el lanzamiento del libro, de dónde surgió la idea de publicarlo. Ira Dei es la apuesta de un grupo de amigos por sacar adelante algo que les ha gustado. Oristán y Gociano, de hecho, es una editorial de libros de Historia que se ve con este proyecto distinto de los demás, en el que unos han aportado gestión, otros dinero, otro el texto, y así. Sin cobrar un duro nadie excepto los impresores, claro. Hay gente como María Victoria Martínez Lojendio o Madi Ramos o los que se dedicaron a leer el manuscrito a cambio de nada, por amistad. Y luego a ver si recuperamos la inversión…
Para publicar a otros autores…
Sería lo ideal, pero de momento hay que intentar afianzar a Mariano Gambín. Y si lo roba una editorial más grande, pues bien. Y pienso que lo positivo de los personajes de la novela también se debe a una respuesta frente a los tiempos que corren, a la actitud sobre cómo hay que afrontarlos. Algo así es lo que ha hecho también toda la gente que ha participado en el proyecto de Ira Dei.
Un valor del libro es su portada, su diseño, su flexibilidad y su estilo y cuerpo de letra. Para mí.
La portada es el mérito de María Victoria, de saber interpretar lo que yo quería. Y la aldaba fue idea suya. Que no es de La Laguna ni existe en la ciudad. Salió de un fondo de imágenes para profesionales del diseño. Además, es un diseño un poco a contracorriente: portada brillante en lugar de mate, el nombre del autor y de la novela muy destacados. Un modelo norteamericano.
Pues ha habido quien ha dado vueltas por La Laguna buscando la aldaba y muchas casas y calles que salen en la novela; a veces para tomar conciencia más cabal del entorno de la obra.
Es que yo quería darle protagonismo al entorno, cosa que en las novelas que ocurren en Canarias no suele pasar; son novelas que podrían transcurrir en otra parte.
Por cierto, esa fantástica idea de repartir carteles por los lugares y establecimientos que aparecen citados en la novela indicando que ese sitio aparecía en tal capítulo, ¿cómo resultó?¿Cómo reaccionó la gente?
No lo sé bien, porque fue Madi quien lo hizo. Pero me consta que en general fue bien aceptada la idea. En un sitio en concreto parece que no lo han puesto y en otros no nos hemos fijado. Y hay quien ha puesto un cartel de la novela porque le ha gustado, como una conocida pizzería de la calle Pérez Galdós en Santa Cruz, una a la que se llega bajando unas escaleras…
¿Alguna pista sobre la próxima novela?
Bueno, tenemos algún adelanto ya en nuestra página, pero te puedo decir que tiene que ver con la teoría del diseño platónico de La Laguna, y que éste va a servir para seguir la pista de los crímenes que ocurran. Una vez más las iglesias van a ser importantes.
Una última pregunta: ¿te gustaría dedicarte en exclusiva a escribir?
La verdad es que te lo planteas cuando la primera novela tiene tan buena acogida. Pero soy consciente de que un escritor necesita tres o cuatro novelas con éxito a nivel nacional para poder dedicarse a esto. Así que me lo tomo con calma.